sábado, 1 de septiembre de 2012

SEPTIEMBRE


         Septiembre es una atalaya, una promesa, un horizonte… cualquier cosa que abra un espacio por vivir. Están los campos terriblemente secos. Asombra que sigan estando verdes las hojas. La tierra y los árboles confían en esta promesa que trae septiembre, porque septiembre, en realidad, es sólo eso: una promesa. Su cielo no se cubrirá de nubes grises, su horizonte no se desgarrará en girones de agua, pero la puerta de la esperanza se entreabre. Detrás está el frescor, la lluvia, la dulce niebla matinal, las luces sutiles de la tarde, las noches que apresuran sus pasos menudos y nos cubren con su manta de lana gris.

        A finales de septiembre, el otoño cumple su cita y nos trae su aroma de tierra húmeda. No hay otro olor tan hondo. Cada año produce un sobresalto nuevo, un asombro inédito, una alegría inesperada. No hay apenas un reducto de tierra en este laberinto de asfalto, no cae la lluvia sobre las calles y plazas, y sin embargo llega: huele, como un milagro, a tierra húmeda. Dudamos, incluso, si es realidad o ficción. Si lo sentimos o lo soñamos. En esa pequeña vacilación está el verdadero inicio del otoño.

         Algunos cumplimos un nuevo año en septiembre, pero es igual: en el fondo, septiembre es el cumpleaños de todos, porque a todos se abre un tiempo nuevo, un tiempo de esperanza. Septiembre es una prórroga en esa realidad tan insegura que es vivir. Se ilumina un trecho nuevo del camino. Un paisaje desconocido espera nuestros pasos.

       Quizá por todo eso septiembre sea un mes de gratitud. Se agradece la cosecha, sea grande o menguada, porque siempre hay cosecha. Se agradece que el sol se vuelva tibio y acogedor, que el viento se haga leve y suave, que el cielo se haga hondo y transparente. Pero se agradece, sobre todo, la promesa. En un mundo de promesas falaces, septiembre es la lealtad. Nunca ha faltado a su palabra. Esa palabra que llega entre el temblor de las hojas y la luz cegadora, como ha llegado siempre la palabra del más allá. 


Otoño y su luz, entre las vides

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