jueves, 16 de febrero de 2012

UNA TARDE DE OTOÑO


            Las escenas menores suelen tener mayor encanto que los grandes sucesos. No sé si los encuentros pertenecen a ese género de las escenas menores. Gabriel Marcel hizo toda una filosofía del encuentro, al que dio una importancia decisiva en la vida del hombre. El encuentro al que quiero referirme se produjo una tarde de otoño del año 1925. El escenario es París, y en concreto la casa de Jean Cassou, hispanista, poeta y traductor. No sabemos el día, pero sí la hora: las cuatro de la tarde. También sabemos que era un día apacible, quizá soleado, porque los visitantes de Cassou se fueron luego a dar un paseo por la orilla del Sena. Quienes esa tarde se encuentran en casa de Jean Cassou, y no por casualidad, sino porque han sido citados para el encuentro, son Miguel de Unamuno y Rainer María Rilke. Inmediatamente se entabla entre ellos una corriente de cercanía, de afinidad. ¿Por qué no pudo entenderse Rilke con otros españoles –Zuloaga, Albéniz…– y sin embargo se sintió atraído por la recia personalidad de Unamuno, y éste a su vez porque el trato delicado, casi femenino, del poeta austrohúngaro? En primer lugar porque ambos son, ante todo, poetas, y poetas pensadores. En segundo lugar porque ambos están pendientes del reverso de las cosas, del mundo invisible. Hay una idea que Cassou consideraba el punto de confluencia entre Unamuno y Rilke: la agonía, en su doble sentido de lucha y de muerte.

    Rilke le ha llevado a Unamuno una antología de sus poemas que ha compendiado Katharina Kippenberg, la mujer de su editor. Y en la primera página en blanco de ese ejemplar, Rilke ha escrito a lápiz unos versos de Hölderlin como dedicatoria:

     Nicht in der Blüt' und Purpurtraub' ist heilige Kraft allein― es nährt das Leben vom Leide sich (Hölderlin, Empedokles).

         No sólo está la fuerza sagrada en la flor y en la uva púrpura; la vida se nutre de sufrimiento.

         Y a continuación ha escrito, escuetamente, "para Don Miguel de Unamuno".

      Este libro está hoy en la casa museo de Unamuno, en Salamanca. Probablemente sean las únicas líneas manuscritas de Rilke que haya en España. Aquí abajo están. Es la primera vez que se reproducen.

 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario